viernes, 20 de agosto de 2010

DIARIO DE UNA AGONIA (31)

Compramos la Parcela con matas de aguacates, naranjas, mangos, pumagas y limones. También había 3 galponcitos, uno tenía mas de 300 codornices, en la otra 43 gallinas y 3 Gallos bellísimos y en el tercer galponcito habían, pavos y pavas, creo que también habían gansos. Separado de éstos, había un cuartito bastante limpio donde estaba una enorme cochina, la más grande que yo halla visto y junto a ella 6 cochinitos que “brincaban pa´qui y que brincaba pa´ya” como dice la canción infantil.
Mi hija Tanya le puso por nombre “Envidia” así “La Cochina Envidia” se convirtió en una famosa mascota.

“La Bebekera” así se llama la Parcela; la dotamos casi toda de las donaciones de amigos a quienes invité a regalarme todas esas cosas que no usaban y que estaban en buen estado, nada de cachivaches. Compré pocas cosas porque hasta platos y vasos y lencerías me regaló “la cariña” mi comadre, la madrina de MI TANER, hacíamos sancochos y se jugaba dominó con Perucho, el vecino de al lado, un viejo flaco y alto que fuma mucho y a todo le da doble sentido, conversar con Perucho era realmente relajante, se metía con todos y todos le devolvían la chanza, en su parcela se cosechan buenos aguacates y las gallinas andan sueltas, menos los gallos de “Raza” dice él…. Debe ser así, porque los cuida con devoción.

Envidia sale preñada y parió en junio, esa misma noche llamé a los amigos interesados en un lechoncito para navidad que vinieran el fin de semana a bautizar “su cochinito” y con eso lo reservaba, así ninguno tenia que decir que le habíamos vendido el mas grande, el mas pequeño, o sea para evitar quejas y reclamos.

Fue una experiencia maravillosa, Envidia se portó muy bien durante el parto, pero como había ocurrido con el parto de Sami ¿se acuerdan? Algunos cochinitos salieron patituertos y ahí, estaba Taner, dándole calor a una marranita, sobándola, dándole leche con una jeringa para salvarle la vida, pasamos toda la noche en la Bebekera.

La marranita enferma nos la llevamos para la casa, la cuidaban entre los dos, Taner estaba en la computadora y la marranita acostada en su hombro, por ahí hay una foto de esas, fue muy tierno.

A Taner nunca le gustaron las corridas de Toro, decía que era cruel, una vez cuando él era aun muy niño fuimos a una corrida obligados porque era una actividad política, y jamás se levanto de su asiento, evitaba mirar al medio de la plaza. Nunca volvió.

El 25 de éste mes de agosto o sea dentro de 5 días, mi hijo cumpliría 25 años. Yo quiero que lo recuerden como era, él amaba a los animales; quizás intuía que de ellos no recibiría nunca el golpe y el daño que le propinaron los hombres, los “humanos” quizás él sabía que a veces la miseria humana es la que arrasa y se alimenta del dolor y la desgracia de otros, obviamente era una lucha desigual, él perdió, yo perdí, nosotros perdimos.

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