domingo, 6 de noviembre de 2016

LOS ADIOSES, LA DIASPORA, EL EXODO...

Los adioses, no sé si existe esa palabra o si puedo pluralizarla, me refiero a todas las veces que he tenido que decirle adiós a alguien. Algunas ni siquiera sabía que se iban para siempre, solo los vi alejarse, a unos pude abrazar por última vez y hasta hicimos planes para la próxima vez, otros simplemente no volvieron y mi adiós se quedó atrapado resonándome en el pecho con tanta fuerza como cuando estas de pie cerca de una enorme corneta y el estruendoso sonido de la música te golpea por dentro como si quisiera explotar llevándose consigo tu corazón y tus entrañas.

Me he despedido en silencio muchas veces diciendo “hasta luego” sabiendo que tampoco yo volveré.

He abrazado en algunas despedidas a seres que formaron parte de mi vida, de mis anécdotas y de mis querencias a sabiendas que en ese abrazo he querido congelar el calor y el olor del que se va para volver a sentirlas en las sombras de mi recuerdo y en la distancia, esa distancia que no se mide por kilómetros o por zonas geográficas y por más que me niego a aceptar que existe, son distancias inrecorribles. Inalcanzables.

Y es que desde donde estoy ahora puedo mirar la luna allá en lo más alto,  pero ya no puedo ver el lujar donde estas, ese lugar que ahora es tu lugar.

Despedidas y vacíos van de la mano como un saco roto. Los expertos que escriben los libros de autoayuda te recomiendan que lo vuelvas a llenar con energías nuevas, con proyectos renovados, con amores nuevos, pero solo se acumulan recuerdos y nostalgias que te dejan aquellas despedidas. Son vacíos que te pasas la vida llenando y vaciando hasta que te convences que tienes remiendos en el alma de tanto cargar ese saco.

 Se han ido muchas voces, muchas risas, perfumes, aromas, historias, unas para siempre, otros por ahora y  otras por siempre.

Ya no cuento cuántos se han ido, es más fácil contar los que aún quedan…

…es la Diáspora, el éxodo y los adioses, la soledad del que se queda, la nostalgia del que espera y el insomnio de los sueños

jueves, 7 de abril de 2016

No se como sobrevivir sin mi hijo... (DIARIO DE UNA AGONIA 109)

Pasan los días y el dolor aparece con mas intensidad, no funciona eso de que "el tiempo todo lo cura" no me ha sanado la herida, en realidad es una llaga enorme.. dolorosa... negra, nauseabunda.

Camino por la casa, hago mi rutina diaria y en mis adentro grito: TE AMO, TE AMO, TE AMO HIJO MIO, MI VIDA.. TE AMO!!!!!!!!!!

Y es un grito silencioso, que repito una y otra vez con todas las fuerzas de mi alma, es un grito callado,  atrapado en la garganta como una enorme roca, que raspa las paredes de mi garganta, es una roca de enormes puntas afiladas que siento que me rasgan el  pecho hasta volverlo harapo, jilachos de carne de donde ya no brota sangre, ni llanto, ni siquiera un quejido... en realidad nada. Es mi grito, solo mío.

Hay días malos y otros peores....

Cuando estoy así, no oigo lo que me dicen a mi alrededor, me hablan pero no los oigo.. no me interesa, quisiera poder expresar mi dolor sin tener que pedir disculpas por "hacerlos sentir mal" .... estoy podrida de rabia,

Los acontecimientos del país recrudecen mi dolor. Día a día las noticias parecen venir de un cuento infernal donde todo es desolación, no me hallo en ningún lugar, nada me llena, es una sensación de hastío y de inconformidad con todo a mi alrededor... me parecen que van ganado los malos hijo... de esos que hablábamos en nuestras largas conversas de todas las noche en la cocina... contra los que lucharíamos juntos... ¡Que necios fuimos!

Nos están exterminando hijo...

sábado, 13 de febrero de 2016

lunes, 8 de febrero de 2016

LUNES DE CARNAVAL (DIARIO DE UNA AGONIA 107)

Es lunes de carnaval y el sol esta brillante e intenso. Hay periodistas de varios medios impresos y televisión.  Llegué al portón y atravesé el ancho estacionamiento hasta la parte trasera y me senté en una silla destartalada al lado de la puerta de vidrio, podía ver a algunos amigos y familiares alrededor, ninguno se me acerca, solo me miran. 

Cierro los ojos y dejo correr mis lágrimas, contengo el grito que se atraviesa en el pecho, que anuda la garganta, trato de no oír, trato de escapar y convertir esa tragedia en una pesadilla de la cual me despertaré.

Mi hermano estaba desde temprano, me había llamado cerca de las 11 de la mañana para decirme que le estaban pidiendo 2.000 bs para “agilizar el proceso” ese día a nosotros nos tocó la tarifa más barata. Otras familias más humildes, hacían recolectas entre todos para poder pagar la “colaboración” que podía llegar a 5.000 Bs.

De repente un reportero se acerca a la puerta de vidrio y pregunta: ¿pueden decirme cuantos fallecidos han ingresado? y desde adentro una voz masculina en tono de rutina le responde: “25, 24 por ajustes de cuenta”

Sentí que mi corazón se paralizó, parecía que me habían lanzado una roca fuerte, una piedra en el pecho y había dado justo en mi pecho, fue un golpe seco.

Enseguida se acerca un reportero amigo y le pide a mi hija que declare a un canal nacional y lo hace, ella y yo estamos destruidas, con las pocas fuerzas que ella tenía pide justicia por su único hermano, por mi hijo, por mi amado hijo….

 Todas las madres y familiares presentes en la morgue nos sentimos ultrajados una vez más.

Además del dolor de perder a nuestros hijos también debíamos soportar sobre nuestra espalda la impotencia de ver a unos funcionarios que con indiferencia mencionan números, cifras y se atreven a manchar la memoria de nuestros hijos, dejando a la interpretación publica las razones por las cuales 25 cuerpos, inertes, sin vida habían ingresado a esa morgue.


Es lunes de carnaval…