miércoles, 28 de marzo de 2012

DONDE LATE MI CORAZÓN HERIDO (DIARIO DE UNA AGONIA 89)

Hoy me siento especialmente triste, hoy necesito un abrazo, necesito un beso. Hoy quisiera quedarme quieta en algún lugar para oír el silencio, para romper mil platos, para contemplar la ausencia, para sostenerme en la nada. Hoy no quisiera ser yo.


Quisiera caminar sin descanso hasta el final del camino, mirar constantemente y no cerrar los ojos más, extender mis brazos hasta sentirlos tiesos, escaparme dentro de mi pecho… poder mirarme desde adentro, recorrer mis venas… hurgar entre mis costillas, recorrerme toda y quedarme ahí… donde late mi corazón herido, donde sufro sin contenerme… donde muero estando viva….

Solo yo sé lo que digo….

Hoy la vida me parece nada, hoy quisiera que amaneciera pronto, para descubrir que es otro día, que es un día que sumo y que resto… y que no termino de sacar la cuenta, de cuanto hace que no lo veo y cuanto falta para no saberlo

domingo, 18 de marzo de 2012

LA HIJA DEL CONSUL CHILENO (DIARIO DE UNA AGONIA 88)

Ella parada bajo la lluvia, vestida de negro, frente al féretro que llevaba el cuerpo de su amada hija asesinada, sin otra razón que la violencia que camina, que está enquistada como una hiedra en las perversiones de mentes enfermas…

"Ellos" Los dueños de las armas que por centenares éste gobierno ha comprado con la infame excusa de una amenaza de ataque, de una defensa casi folklórica si tomamos en cuenta el verbo radical, amenazante y ofensivo con el cual somos tratados una gran parte de los venezolanos, por parte de los principales responsables de la tenencia de esas armas… que nos enlutan, que nos contaminan, que nos acaban....


Para los ciudadanos comunes, los ciudadanos de a pié, nos da lo mismo si portan uniformes los que usan esas armas, es lo mismo, la intención es la misma y el resultado también.

Esa imagen de una madre desconsolada con sus manos sobre la ventanilla de una carroza fúnebre, fue plasmada en una fotografía que rodó en todos los Diarios, que acaparó la atención más allá de nuestras fronteras, Su rostro compungido de dolor me estremeció.

Pensé: ¿Cuál es la diferencia?  ella y yo.. Yo y las miles de miles de madres de luto por la violencia.. ¿cual es la diferencia en el dolor, en la pérdida?

QUIEN ESCUCHA NUESTROS GRITOS? QUIEN SE APIADA DE NOSOTRAS?

Hay muertes con rostros y los hay anónimos que solo cuentan para las estadísticas, solo números, solo cifras. Para esta matanza no hay distingo, Karen de 19 añitos era la hermosa hija de un cónsul Chileno, y seguramente en este momento se estarán culpando por vivir en un país donde la vida vale un comino, así como yo no puedo dejar de culparme por haber mandado a MI TANER, a mi adorado, a mi dulce hijo a comprar el pan ese domingo y no regresó jamás.

Cuando nos asesinan a un hijo, a una hija, nos condenan de por vida a vivir la más terrible de todas las pesadillas, la más cruel y espantosa realidad, esa que no tiene retorno…. Esa que se levanta contigo cada día y que te atrapa cada noche, esa realidad que te acompaña en la ausencia eterna, una realidad que te estruja los huesos, que te revuelve las entrañas, que atormenta y te somete a vivir sin vida, a vivir la media vida que te queda porque la otra mitad se fue con el hijo eternamente.

Extraño a mi hijo…… lo necesito.

Miras a tu alrededor y observas la ciudad, cada color, cada edificio, cada jardín, cada calle, el bululú de gente que camina, los carros, los rostros… las palomas en las plazas, los vendedores ambulantes... cada detalle se vuelve horrendo.

Todo parece decirte que la vida sigue, que ellos ignoran tu tragedia… y quisieras saber si a ellos también les duele, si a ellos les importa.. y me encojo de hombros, porque si han construido un edificio nuevo, si han estrenado una nueva película, si suena una nueva canción en la radio… eso ya no lo verá mi hijo, ya no lo oirá mi hijo… o sea; Ya no importa.

La impotencia que siento es tan grande que la tengo anidada entre los huesos de mis costillas, es una sensación que tiene forma, que recorre mi estómago, que se hunde en mis entrañas, que me devora y me deja exhausta.

Un cascaron vacío… ¿entienden esta descripción?

Nos arruinan la existencia, nos destruyen como familia, ya nada es igual, desde el horrible momento en que enterramos a un hijo quedamos marcadas para siempre, hasta el último aliento, hasta el último suspiro…

“Respirar no es el único síntoma de que estamos vivos”