lunes, 22 de junio de 2015

DANIELA, EL ÁNGEL DE TACONES ALTOS (así la describe su madre)

No conozco a Xula Grange personalmente, nos conectamos por Facebook una vez y ella ha sido consecuente con el Diario de una Agonía que escribo en mi blog.

Desde que hicimos contacto virtual siempre solidaria con mí caso y sé que se convirtió en una fans de mi amado hijo TANER a través de lo que les he contado.

El 31 de mayo pasado, hace hoy 14 días, su hermosa hija Daniela falleció en un accidente de tránsito en la autopista regional del centro, a la altura de Mariara. Estudiaba Derecho en la Universidad de Carabobo. Una hermosa y coqueta joven, apasionada de la vida.

Xula me pregunta cómo he sobrevivido a la muerte de mi Taner porque ella no se explica cómo sigue viviendo si ya su hija no está….

Realmente uno no vive, la mitad de nuestras vidas se entierra con nuestros hijos, el vacío es inmenso, la ausencia es eterna y el dolor es como un fardo mojado que pesa en la espalda hasta el último aliento, hasta que muramos y podamos descansar de la pena…

Somos un cascarón vacío… una caparazón que deambula, un alma que recorre los espacios, especialmente los espacios que se ha compartido con ellos en vida…

Seguimos caminando porque sus hermosas almas siguen con nosotras y por habernos escogido como madres en esta experiencia humana les debemos honrar sus memorias, levantándonos cada día como ellos quisieran que así fuera.

El dolor de perder un hijo es igual aunque la forma sea diferente, el que muere por enfermedad, por un accidente o por un vil asesinato. La diferencia creo yo, radica en el tamaño de la impotencia y la frustración… sobre todo la impotencia que te carcome por dentro como una bestia de dientes afilados que se va comiendo todo por dentro, hasta que sientes que ya no te queda entrañas.

Daniela es ahora un ángel que seguramente hizo su encuentro con Dios y desde allí te mira Xula con el mismo amor que te miró físicamente en vida… ahora parece imposible, pero es solo un paso a otra dimensión donde ni el dolor ni la pena la afectan, consuélate en esa certeza.

Mi abrazo cálido y solidario