domingo, 27 de noviembre de 2011

MI VIAJE A CABIMAS CON LUCINDA (Diario de una Agonia 84)

Mamá Clemencia se empeñó en comprar esa casa en el Cañafistolo, porque cuando íbamos para Chejendé nos teníamos que quedar en casa de su comadre Lucinda, pues la casa de "abajo" en la Peñita se había caído, muchos vecinos habían roto los pisos en busca de morocotas… despegaron las grandes puertas de madera, con sus enormes cerrojos que recuerdo ahora como si fuera ahorita que estoy parada frente a esas puertas…. Era mi infancia, eran los días de las acemas caracheras, el café tomado en jícaras y las paledonias .


La calle El Cañafistolo es sumamente empinada, desde abajo parece una pared que te hace dudar si subes o das la vuelta por la calle el comercio, los muchachos más osados se lanzan con patinetas improvisadas, bajan en Bicicletas y los carros… Diosss los carros parecen que se desbarrancan.

Recuerdo que mamá le hizo un anexo para la cocina, le mandó a hacer un cimiento grande de cemento, al final de la pared dos ventanitas que daban para el pueblo y desde allí se podía ver la humilde cúpula de la Iglesia situada en lo más alto del pueblo, pintada en amarillo y blanco, frente a la prefectura y a la Plaza, la neblina se colaba por esas ventanas en diciembre hasta finales de febrero, meses en los que viajábamos para Chejendé a las fiestas de la Patrona la Virgen de Candelaria.

En la sala estaba colgada una hamaca donde Marleny y yo nos acostábamos a echar cuentos todo el día, recuerdo que una vez fue un muchacho amigo que le decíamos Tinoco, campesino de la pura cepa.. tendría la edad de Marleny, creo que ella le gustaba, También recuerdo que con nosotras estaba la Yuli pequeñita sin saber hablar aún y Tinoco sacó un cigarrillo y comenzó a fumar.. la yuli le dice:

-Y usted Suma?

-Y resto también!!! –le respondió Tinoco

Nos echamos a reír de la salida pícara del muchacho, mientras la Yuli lo miró sin entender esa repuesta. Tinoco se ponía los carteles de las películas del día colgados en el cuello para darle publicidad, era “el publicista” así que caminaba desde La Cabimba, la Glorieta, la Peñita, Sabana Larga, La Pandita y llegaba hasta Nariguete promocionando la película.

Parece un cuento del año 1800 pero es que en Chejendé aún hoy que estamos en el 2011 todavía no llega la prensa, no hay hoteles ni restaurantes y el club “El Cafetal” donde Marleny, Margara, el negro, Aida y yo íbamos a bailar lo cerraron porque cuando no habían unos 3 muertos la fiesta estaba fú.

Una noche después que bajamos del Cafetal, nos llevaron una serenata, teníamos muchos admiradores, éramos las muchachas que se habían ido a la capital.. para ellos todo era Caracas, no sé porque razón pero cuando alguien salía del pueblo los que se quedaban suponían que estábamos en caracas jejeje.

Nos cantaron una canción que siempre oíamos en la radio con Julio Jaramillo. A mi me encantaba no recuerdo para quien era la serenata pero años después, en uno de mis viaje a Ecuador en una cena en el palacio de Gobierno, el Vicepresidente de la República el Dr. Lenin cantó esa misma canción y supe que se llama “El Aguacate” .

Al día siguiente de la serenata pasaron los muchachos por el frente de la casa y le dije a uno de ellos.

- Oye que canción más linda la de anoche- y él respondió:

- mañana te la copeo..

Fue buena idea de mamá Clemencia comprar esa casa, estaba más cerca del pueblo y nos daba un estatus… pues cuando íbamos a las Fiestas de la candelaria teníamos donde llegar, además cerca estaba la pesa (donde mataban las reses ), cerquita estaba la Comadre de mi mamá Lucinda y su sobrino Enrique Colmenares quien era y aún es un personaje súper querido en el pueblo, pero un total borranchin, flaco casi esquelético, de bigotes abundantes, y usaba las camisas pegaditas y los pantalones también. Una vez me contaron que él era hijo de Alí kan un narrador hípico bastante famoso que estuvo de visita en el pueblo y preñó a María Ercilia hermana de Lucinda que no tuvo hijos y agarró a Enrique pequeñito y lo crió.

La primera vez que yo viajé al Zulia a Cabimas, me llevó Lucinda, tendría como 11 años, era muy marraja porque nunca había viajado tan lejos sin mi mamá Clemencia. El motivo se ese viaje jamás lo he contado….. es uno de esos secretos que te revuelven la vida…. Yo regresé de Cabimas con más dudas de las que llevaba en el viaje, en ese autobús, sin poder demostrar curiosidad, sin poder expresar el sustico que llevaba por dentro…. Solo en mi memoria está el recorrido, las personas con las que logré hablar…. Y aquel calorón que parecía que me quemaba, a los 3 días cuando volvimos a Chejendé yo estaba más esperrujía que cuando me fuí.

Hoy es domingo… hay músicas que me ponen nostálgicas, hay canciones que oigo a propósito para que me rompan el alma.. o lo que queda de ella.

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