domingo, 23 de marzo de 2014

LOS POLICIAS DEL TERROR...(Diario de una agonia 102)



Le enseñé a mis hijos cuando estaban muy pequeños que se aprendieran 2 cosas básicas ante cualquier emergencia: los números telefónicos y dirección de la casa, y a acudir a los uniformados de azul, los policías.
Recuerdo una vez que fui al parque de ferias con mis hijos y mi hermana, MI TANER tendría como 5 añitos y la niña 2, queríamos ver la feria ganadera e industrial, era marzo igual que ahora. Había mucha gente, eran como las 4 de la tarde. 

En la ruta desde la entrada al parque hasta los galpones de exposición, los espacios para caminar eran reducidos por la cantidad de carros que estaban aparcados.
Cuando atravesamos un camino entre una fila de vehículos tomé a la niña en mis brazos y a mi hijo lo tomé de la mano y lo puse detrás de mi entre mi hermana y yo, al llegar del otro lado ya no lo vi… se nos había perdido, la angustia nos invadió, comenzamos como locas a caminar alrededor del sitio, fuimos al puesto de policía dispuesto en el mismo parque y notificamos sobre el extravío de mi hijo… yo esperaba que él recordara lo que siempre le había dicho: 

“si te pierdes busca a los señores vestidos de azul, los policías y le dices mi nombre y mi teléfono si?”

En la tarima anunciaron por micrófono que se había  extraviado un niño de 5 años, vestido con pantalones de blue jeans y camisa a cuadros verdes y rojo, cabello rubio, si alguien lo ve que lo lleve hasta el puesto policial.

Hubo un momento en que la angustia me tenia paralizada y El negro (mi hermana) me dijo: quédate aquí en éste sitio con la niña, no te muevas! yo lo busco. Estaba oscureciendo y ya habíamos pedido ayuda al jefe policial del estado que para ese entonces era nuestro amigo y estaban varios funcionarios en la búsqueda.
Después de más de una hora, mi hermana regresa con mi hijo… lo retiró en el puesto policial y me cuenta mi hermana que el agente que estaba a cargo no le quería entregar al niño porque no creía que fuera su tía, mi hermana era bastante morena y él era rubio. Riéndose mi hermana me contó que cuando el policía le preguntó a mi hijo que quien era ella, el niño le respondió. “ella es neguita pero es mi tía”…  todos rieron, y terminaron por entregarle al niño.

Cuando los vi llegar a donde yo esperaba con la niña tuve que contenerme porque tenía rabia y emoción de verlo! 

Ya calmada le pregunté cómo se había sentido mientras estaba perdido y me dijo:
 - “mami, un policía me montó en su moto y me dio vuelticas para buscarte y me decía, -si ves a tu mamá me dices para llamarla” -pero yo mami te vi muchas veces pero quería seguir dando colita en la moto del policía…”

Ésa policía me inspiraba confianza, ésa policía con todas las fallas hacía que me sintiera segura, en mi barrio queríamos ver una patrulla pasar por nuestras calles porque nos hacía sentir protegidos, de hecho si yo me extraviaba en alguna vía en cualquier ciudad mi impulso era buscar al policía que me orientara para sentirme segura…

Trabajé muchos años para la gobernación, nunca recuerdo haber hablado de política con los policías, nunca supe si mis compañeros de trabajo eran adecos o copeyanos, o masistas… para mí solo eran policías, algunos entraban a la escuela por recomendación de un amigo diputado, o concejal, de hecho yo recomendé el ingreso de unos jóvenes de mi barrio, pero igual les hacían sus pruebas, me consta porque mi hermana trabajaba en la oficina de ingreso y hasta el sol de hoy, no sé a qué partido político pertenecían. Solo sé que se convirtieron en policías.

Hoy la policía es mi terror, la policía es el enemigo que puede torturarte, golpearte y hasta matarte….  Ésta policía del socialismo del siglo XXI que se ha ido formando y que lleva 15 años alimentándose del odio y el resentimiento contra el pueblo que se atreve a pensar distinto es otra cosa. Son una amenaza pública.
Ésa misma policía que conformada en bandas delictivas que matraquean, contrabandean y controlan zonas aplastadas por la delincuencia, ésa,  asesinó a mi hijo para robarle el carro, ésa policía que ha matado a tanta gente en todas partes, es esa policía que durante éstos más de 40 días de protestas en todo el país, ha torturado cruelmente a jóvenes, hombres, mujeres y niños sin ninguna distinción. 

Perdimos el país? Se nos escapó de las manos? Pudo más la comodidad de dejarle a otros la responsabilidad natural que como ciudadanos tenemos todos de la defensa y la protección de la patria?

Pienso que si, que los que queremos un país mejor somos mayoría, pero actuamos como esas parejas de casados que después de tener la casa, el carro, los hijos y un trabajo, nos sentimos seguros, nos echamos en el sofá y nos descuidamos con la pareja… y cuando creemos que hay conflictos se lo dejamos al tiempo para que lo arregle, porque estamos seguros que no pasará “a mayores” y aunque siempre hay consejeros que advierten sobre las consecuencias de las malas actitudes… uno le va dejando a los otros la responsabilidad… hasta que hoy nos damos cuenta que no hay marcha atrás.

Estamos en permanente alerta, encerrados en nuestros hogares, condenados a vivir en “Libertad condicional”  rogando llegar vivos a la casa, escondiendo los teléfonos cuando andamos en la calle, sintiendo que ése carrito que hemos adquirido con tanto esfuerzo durante años de trabajo, puede ser la causa de nuestra muerte. No podemos lucir en público la sortija de oro que nos dejó la abuela, y mandar a nuestros hijos a las escuela o universidades se ha convertido en una hazaña, lo que hace poco más de 15 años era cotidiano se ha convertido en algo extraordinario… 

Recuerdo que en la pobreza de mi hogar, con las dificultades de mi madre por sacarnos adelante, me acuerdo  que hacíamos mercado en el Central Madeirense, que a mi mamá solo le gustaba la salchicha OSCAR MAYER, que la mayonesa tenía que ser Kraft, que el aceite era “Mazeite” y la harina de maíz era PAN, que me encantaba comer Queso Crema Philadelphia y un queso amarillo con separadores que no recuerdo la marca, pero que era divino.

Nosotros por ser pobres no hacíamos mercado en un “mercado para pobres” como se hace ahora en los MERCALES ó los PEDEVALES, al Central Madeirense de mi zona iban a hacer las compras todos, quizás nosotros con menos poder adquisitivo pero en las mismas condiciones higiénicas, en un mismo ambiente digno y con variedad para escoger lo que nos gustaba comer.

Mi madre murió hace un año y hasta lo último se negó a hacer esas largas y humillantes colas en los mercados improvisados de esas ferias de MERCAL, o detrás de un camión  del ejército para comprar productos regulados traídos de otros países, como esos pollos grasientos que traen de Brasil, o ese arroz picado que traen de Nicaragua,  bajo un sol inclemente y unos guardias que te marcan un número en los brazos despojándote de tu identidad para convertirte en un número, para que no se te ocurra “colearte” después de 5 o 6 horas de maltrato y de espera.

Se nos perdió el país…  y lo peor es que todavía hay algunos que no salen a buscarlo…




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