Es lunes de carnaval y el sol esta brillante e intenso. Hay periodistas
de varios medios impresos y televisión. Llegué al portón y atravesé el ancho
estacionamiento hasta la parte trasera y me senté en una silla destartalada al
lado de la puerta de vidrio, podía ver a algunos amigos y familiares alrededor,
ninguno se me acerca, solo me miran.
Cierro los ojos y dejo correr mis
lágrimas, contengo el grito que se atraviesa en el pecho, que anuda la
garganta, trato de no oír, trato de escapar y convertir esa tragedia en una pesadilla
de la cual me despertaré.
Mi hermano estaba desde temprano, me había llamado cerca de
las 11 de la mañana para decirme que le estaban pidiendo 2.000 bs para “agilizar
el proceso” ese día a nosotros nos tocó la tarifa más barata. Otras familias
más humildes, hacían recolectas entre todos para poder pagar la “colaboración”
que podía llegar a 5.000 Bs.
De repente un reportero se acerca a la puerta de vidrio y
pregunta: ¿pueden decirme cuantos fallecidos han ingresado? y desde adentro una
voz masculina en tono de rutina le responde: “25, 24 por ajustes de cuenta”
Sentí que mi corazón se paralizó, parecía que me habían lanzado
una roca fuerte, una piedra en el pecho y había dado justo en mi pecho, fue un
golpe seco.
Enseguida se acerca un reportero amigo y le pide a mi hija
que declare a un canal nacional y lo hace, ella y yo estamos destruidas, con
las pocas fuerzas que ella tenía pide justicia por su único hermano, por mi
hijo, por mi amado hijo….
Todas las madres y
familiares presentes en la morgue nos sentimos ultrajados una vez más.
Además del dolor de perder a nuestros hijos también debíamos soportar
sobre nuestra espalda la impotencia de ver a unos funcionarios que con
indiferencia mencionan números, cifras y se atreven a manchar la memoria de
nuestros hijos, dejando a la interpretación publica las razones por las cuales
25 cuerpos, inertes, sin vida habían ingresado a esa morgue.
Es lunes de carnaval…
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