El martes me desperté tarde y
como siempre revisé mi teléfono, tenía varios mensajes y en particular uno de
Hallison que decía “viste la tragedia de Mónica Spear?”
Comencé a buscar información y a
medida que transcurría el día me iba llenando de más horror. Habían asesinado a
la ex Miss Venezuela y a su esposo la noche anterior para robarlos, demás está
decir la convulsión que en los medios de comunicación ha tenido éste atroz
crimen perpetrado contra una familia que creía aún en el país y quisieron
recorrerlo para mostrarlo a su hija de 5 años que ahora engrosa la larga lista
de huérfanos y huérfanas que desaparecen en el anonimato de víctimas de la
violencia porque no cuentan para las estadísticas.
Tampoco cuentan las viudas, las
madres, padres, hermanos, las hermanas, los amigos y todos los dolientes que
convergen en el dolor de las pérdidas humanas, por cada asesinado hay al menos
10 víctimas directas, familias destrozadas a quienes les cambian la vida porque
después de ésta tragedia, comienza la agonía.
Con éste crimen que tocó a la
opinión pública, se mostró al mundo el rostro de la violencia que vivimos a
diario los ciudadanos decentes, una parte del país que sobrevive subyugada a la
otra parte que se divide en varios subgrupos: los que delinquen de todas las formas posibles
junto a los que con el poder abusan, los
otros que apoyados desde el poder tienen licencia para matar y además existe una parte de esa población que concientes o no, algunos por convicción y la gran mayoría
por intereses personales son los verdaderos cómplices de estos delitos.
Al día siguiente del crimen de la
familia Berry Spear asesinaron a un profesor del Pedagógico de Caracas y a su
madre dentro de su vivienda. Fueron masacrados a puñaladas y no puedo evitar
pensar en los últimos minutos de éstas víctimas sabiéndose a merced de estos
sanguinarios, el estrés tan grande del hijo al ver como atacaban a la madre y
la madre viendo como acababan con la vida de su hijo… es doblemente cruel, es
terriblemente cruel y despiadado.
Hay saña en cada acto de éstos,
siento que nos hemos deshumanizado.
Tenía una semana encerrada en mi
casa, me sentía devastada, pero más devastada me siento por la impotencia de
ver a mi hija romperse en mil pedazos acorralada por la desesperanza. Demasiadas
malas noticias cada día y lo peor; no
hay un indicio de que vayamos a salir de esta pesadilla, el país se convirtió
en un drama, una suerte de novela de terror donde siempre ganan los malos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario